Enseñar se puede sentir como un trabajo imposible. Los docentes realizan una amplia gama de tareas, que incluyen dar clases y supervisar el trabajo de sus estudiantes durante gran parte de la jornada; crear planificaciones; calificar las tareas y pruebas; desarrollar sus propias habilidades profesionales; y asumir otras funciones relacionadas con el establecimiento, como la jefatura de los cursos, colaborar con los apoderados y centros de alumnos. Además, y por sobre todo en contextos de mayor vulnerabilidad como es el caso de nuestra Región de Los Ríos, los docentes asumen responsabilidades adicionales, como brindar apoyo social y emocional a los estudiantes, establecer relaciones con los padres y ayudar a resolver múltiples situaciones que no tienen relación directa con lo académico, pero que si no se abordan, los aprendizajes resultan casi imposibles de alcanzar. En estas circunstancias, muchos docentes se encuentran en un camino hacia el agotamiento. Pero no tiene por qué ser así, la tecnología está para facilitar, al menos en parte, estas labores.
Yo que soy ingeniera informática que trabajé en la industria fintech por varios años, tiendo a comparar los desafíos que enfrentan los establecimientos educativos con las organizaciones en que he trabajado. En las empresas existe un gran esfuerzo por diseñar roles cuyas responsabilidades sean claras y que resulten factibles. La labor docente, tal como la concebimos tradicionalmente, resulta bastante poco factible. Además, la solución del problema no pasa sólo por actualizar las descripciones de los roles y ajustar la asignación del trabajo. A mi parecer, una de las primeras acciones para aumentar la factibilidad del trabajo del docente, es reimaginar la dinámica en el aula.
En este sentido la tecnología resulta una gran aliada que permite automatizar algunas tareas de enseñanza. Utilizando por ejemplo Khan Academy, el docente puede analizar las actividades diarias de sus estudiantes y recomendar tareas adecuadas al nivel de dominio de cada estudiante.¿Qué docente sería capaz de crear guías para todos los niveles de dominio, corregirlas y analizar los resultados y actuar en consecuencia con cientos de estudiantes a cargo? Claramente en el solo intento resultaría abrumado rápidamente.
Por lo tanto, resulta de vital importancia aprovechar las capacidades de procesamiento y almacenamiento de datos de los computadores para dar un soporte efectivo a la labor docente.
En 2015, cuando iniciamos nuestros primeros esfuerzos por llevar la metodología b-learning a contextos formales, utilizamos el reto de dominio de Khan Academy como diagnóstico para saber el nivel de cada estudiante. Nos encontramos con sorpresas, un grupo de estudiantes de 1º medio no sabía restar con números de dos dígitos (No aprendieron a pedirle prestado a la decena). Mientras que otros estudiantes dominaban casi por completo todos los conocimientos correspondientes a su nivel. Este tipo de hallazgos en un principio resultaron desmoralizantes, como un docente podría en un contexto tradicional lidiar con tal diversidad.
La solución que propusimos fue crear listas de recomendaciones de acuerdo al nivel de dominio de cada estudiante. En base a los resultados obtenidos en las clases prácticas, implementamos el modelo b-learning rotación de estaciones. Dividimos la clase en dos estaciones, en la primera estación los estudiantes realizaban ejercicios de acuerdo a su nivel de dominio y luego en la segunda estación los estudiantes más avanzados tutelaban a los de nivel intermedio, y así la profesora podía formar un grupo de reforzamiento para tratar de nivelar a los estudiantes con mayores dificultades. Estas estaciones variaban dentro de la semana para también potenciar a los estudiantes más avanzados. Una vez a la semana la segunda estación variaba y ahora los estudiantes de desempeño medio, tutelaban a los menos avanzados y la profesora creaba un grupo para atender a los estudiantes más avanzados para potenciar sus habilidades. De las 7 horas de clases semanales de matemática 5 las realizamos en el laboratorio. De esta manera se lograron estupendos resultados en las pruebas estandarizadas, en las calificaciones de los estudiantes y también en la motivación de los estudiantes quienes trabajaban fuera del horario de clases y desde sus casa.
Esta innovación no solo ayudó a brindar una enseñanza más centrada en el estudiante, sino que también redujo algunas de las tareas que consumían mucho tiempo de los docentes. Ese modelo de enseñanza lo replicamos en cinco establecimientos de la región durante 2016 y 2017. Actualmente, estamos trabajando para llevarlo a 8 nuevos establecimientos.
El uso de Khan Academy y el modelo b-learning de rotación es solo una forma en que los educadores pueden usar la tecnología para mejorar sus clases y hacer que la enseñanza sea más factible. Muchas soluciones de software pueden reducir la carga de trabajo de los docentes al automatizar o optimizar algunos aspectos del mantenimiento de registros, calificaciones, comentarios y planificación de lecciones. Cuando los docentes no tienen la necesidad de dedicar tanto tiempo a estas actividades, pueden concentrar su energía en involucrar a los estudiantes con el contenido y brindar el apoyo social y emocional necesario, labores que las computadoras no pueden realizar. Si aprovechamos correctamente la tecnología, tendremos una herramienta poderosa que nos permite repensar los roles de los docentes y llevar una enseñanza de alta calidad a todos los estudiantes.