Los más entusiastas de la innovación y la tecnología afirman que el aprendizaje basado en computadoras pronto reemplazará a los docentes. O la enseñanza completamente en línea como los MOOCs reemplazará los establecimientos educativos tradicionales. Estos entusiatas señalan que el avance en la accesibilidad a la información a través de Internet y los avances recientes en la enseñanza en línea son los precursores de la obsolescencia de la educación formal.
Estas afirmaciones suenan alarmantes para quienes abogan por la enseñanza tradicional como único medio para el aprendizaje. Entonces, ¿cómo podemos tratar de resolver el debate generado por los tecnócratas y los conservadores? De cualquier modo, ambas partes están pasando por alto consideraciones importantes.
Aquellos que proclaman que la tecnología reemplazarán a los docentes a menudo reducen ingenuamente la enseñanza a la mera entrega de contenidos y a la evaluación. Al hacerlo, olvidan la verdadera amplitud y complejidad del trabajo que realizan los docentes y los establecimeintos educacionales. Las nuevas tecnlogía son cada vez más eficiente en la entrega de contenidos de forma personalizada, facilitan enormemente la evaluación del dominio de los conocimientos y habilidades fundamentales de los estudiantes. Pero los buenos docentes hacen mucho más que eso. Los docentes comprometidos y capaces guían a sus estudiantes a través de actividades y proyectos que los impulsan a analizar, sintetizar y aplicar lo que han aprendido en las materias académicas y en el mundo real. Brindan retroalimentación cualitativa y personalizada para ayudar a los estudiantes a desarrollar su pensamiento crítico y creativo. Crean una cultura en sus aulas para que los logros académicos sean socialmente relevantes y generan un ambiente de motivación intrínseca donde los estudiantes tiene orgullo de trabajo arduo, bien hecho. Por ejemplo, en nuestras intervernciones en aula, realizamos un cierre de clase reconociendo el desempeño y esfuerzo mostrado por los estudiantes, dándole un aplauso a los tres estudiantes que realizaron más ejercicios prácticos y también a los estudiantes que mejoraron su nivel de dominio en más contenidos. De esta manera, se fomenta el reconocimiento social de los pares y aumenta la motivación de los estudiantes.
Muchos docentes van más allá de su rango de responsabilidades y presentan una vocación de servicio que se caracteriza por la actitud de «hacer lo que sea necesario» para garantizar que sus estudiantes reciban los recursos y el apoyo necesarios para encaminarlos hacia el éxito en la vida. Esos aspectos humanos de la buena tutoría y consejería no van a ser reemplazados por máquinas en el corto plazo.
En el otro lado del debate, aquellos que enfatizan la importancia de la docencia tradicional a menudo no notan lo poco realista que utilizar un modelo monolítico (centrada en una unica piedra angula, el docente) para proporcionar educación de alta calidad que escale. No toman en consideración que la amplitud y complejidad del trabajo de una buena enseñanza hace que sea casi imposible para la mayoría de los docentes hacer bien todos los aspectos críticos de su trabajo.
Se espera que los docentes diseñen y ejecuten clases impartidas diariamente para diferentes niveles escolares, organicen las actividades prácticas para los estudiantes, califiquen y desarrollen e implementen procedimientos para que las clases sean eficientes y efectivas atendiendo a las diversas necesidades de los estudiantes, todo mientras manejan las complejidades del comportamiento de los estudiantes. Además, esperamos que los maestros mantengan un contacto cercano con los apoderados, brinden apoyo social y emocional a los estudiantes, tal vez ofrezcan tutoría después de la escuela, patrocinen clubes de estudiantes, entrenen deportes, organicen eventos escolares y comunitarios y asuman muchos de los deberes administrativos de en los establecimientos. Con todas responsabilidades, pocos docentes tienen el tiempo, la recilencia o la capacidad cognitiva y emocional para hacer bien su compleja labor.
Bajo estas circunstancias, ¿Es sorprendente que tan pocos docentes produzcan los resultados que les exigimos como sociedad? Los docentes excepcionales a menudo son altamente valorados, pero estas increíbles personas se somenten a un nivel de trabajo que rara vez es sostenible y ciertamente no escala. El modelo de enseñanza monolítico en el aula simplemente no fue diseñado para permitir que los docentes cumplan con las expectativas y necesidades del siglo XXI.
A pesar de los grandísimo desafíos que enfrentamos para proporcionar una enseñanza de calidad a escala, hay una luz de esperanza al final del túnel. Los educadores, innovadores y emprendedores estamos experimentando con b-learning para rediseñar nuestros modelos de enseñanza. En lugar de simplemente colocar tecnología en las aulas tradicionales, estamos aprovechando la tecnología para transformar el papel de los docentes, acelerar el aprendizaje de los estudiantes y aumentar el impacto de los educadores. El aprendizaje combinado permite que gran parte del trabajo repetitivo del docente, como reforzar las tablas de multiplicar, se realice con computadores, para que los maestros puedan concentrarse en los aspectos más gratificantes, y que hasta ahora solo los humanos podemos hacer, orientar a los estudiantes y facilitar el aprendizaje profundo.
La tecnología no mejorará nuestro sistema educativo si eliminamos a los docentes de la ecuación. Asimismo, nuestro sistema educativo no solventará las necesidades modernas hasta que innovemos en el aula. La innovación puede llevarnos a configuraciones de aulas y responsabilidades docente muy diferentes a las actuales, pero el elemento humano siempre será una parte esencial. Si enmarcarmos el debate como tecnología versus docentes creamos una falsa dicotomía. Deberíamos centrar nuestras conversaciones en colaborar para encontrar formas que permitan que la tecnología y los docentes puedan hacer lo que cada uno mejor sabe hacer. Esa es la invitación de Acción STEM, promover un cambio desde el sur del mundo, en pro de una educación de calidad, adecuada al contexto el siglo XXI.